Feminista, militante, literata, Simone de Beauvoir vivió en el parís de los años 40, influenciada por el existencialismo promulgado por su esposo Jean Paul Sartre, y teniendo a la libertad como protagonista, decidió escribir su libro más famoso, “El segundo sexo”
Para entender el segundo sexo
Si quieres entender el feminismo filosófico de Simone Beauvoir debes tener en cuenta el contexto. En los años 40 la mujer aún era sometida al hombre. Si se divorciaba era mal vista por la sociedad, por lo que debía procurar siempre mantener su estado de casada aún si para ello debiera sacrificar sus metas. Era difícil entrar a estudiar, y el ideal de esposo era el hombre blanco, y burgués.
Solo los hombres heterosexuales triunfaban en los negocios, las mujeres eran en cierta forma menospreciadas, y los homosexuales eran señalados, y directamente juzgados por la sociedad. Esto hacía que la mujer quedase inevitablemente relegada a un segundo plano.
En palabras de Beauvoir, La mujer se determina y diferencia en relación al hombre, y no este en relación a ella, por lo que la mujer es, lo inesencial, frente a lo esencial. Entonces, si el hombre es lo esencial, la mujer es “lo otro”
El feminismo como liberación de la mujer
Beauvoir explica que, en este contexto, la sociedad patriarcal solo permitió al hombre ascender, y, en este contexto, puedes encontrar la relación de esta idea con la del amo y el esclavo de Hegel. El ser y la nada, el sujeto en sí y el sujeto para sí son la base del sujeto.
Lo opuesto a la trascendencia es la imanencia, siendo esta una degradación de la existencia humana, es decir, “lo otro”, es lo que condena a la mujer frente al hombre siendo este el sujeto al que si se le permite tener un proyecto de vida. De nuevo debemos aquí entender el marco histórico de esta propuesta filosófica.
Beauvoir insiste entonces en que no se nace mujer, sino que se llega a serlo, y que la mujer verdadera se convierte en un sujeto soberano de su propia vida, de tal forma que, con este concepto se marca un antes y un después en el feminismo, pues Beauvoir da un paso más allá indicando que una no nace mujer precisamente por que el segundo sexo, el sexo biológico no es lo que marca la feminidad, abriendo por lo tanto un paso para los derechos que hoy en día tienen las mujeres trans, y las mismas chicas que, por su genética no se ven tan femeninas ni tienen tantas curvas o atributos, pero que son tan femeninas como te puedas imaginar.
El eterno femenino, esa imagen cotidiana que aparece en nuestro imaginario colectivo da una visión, una imagen de la feminidad, que perpetúa a la mujer en una condición de subordinada pasividad, que, si se encuentra mal enfocada, se verá entre el mito de la madre, la virgen, la mujer que sufre en silencio y se resigna a lo que la sociedad quiera hacer con ella.
Gracias al segundo sexo, el feminismo filosófico de Simone de Beauvoir abrió la puerta a que las mujeres se prepararan, lucharan por sus derechos y llegasen a alcanzar las metas que hoy han alcanzado.
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